lunes, 19 de octubre de 2020

Nos vamos de viaje: India

Los motores de nuestro avión vuelven a encenderse para poner rumbo a un nuevo destino. En este caso abandonamos el continente americano para dirigirnos al continente asiático. Allí nos detendremos para visitar una de las siete maravillas del mundo. Aterrizamos en la India para dirigirnos hacia el norte, concretamente a la ciudad de Adra donde visitaremos el Taj Mahal.


Vamos a conocer algunas cosas más sobre este increible lugar. 

¿Qué es el Taj Mahal? 

Lo primero que debes saber es que el Taj Mahal es un mausoleo, es decir, un monumento funerario porque cubre una tumba. Se encuentra en Agra, una ciudad al norte de la India.

¿Quién mandó construir el Taj Mahal?

Las obras de construcción comenzaron en el año 1630. El emperador Sha Jahan fue quien mandó construir el Taj Mahal en honor a su querida esposa, Mumtaz Mahal.Para Sha Jahan el mausoleo tenía que ser el más increíble y majestuoso del mundo, pero… ¿Por qué ese empeño? Atento a la historia que viene a continuación.

 La historia de amor del Taj Mahal

Para entenderlo hay que remontarse a 23 años antes, es decir, a 1607. Por aquel entonces el emperador era todavía un joven príncipe de quince años con toda la vida por delante.

Cuenta la leyenda que un día, por casualidad, conoció en el mercado de Agra a una bella muchacha que estaba probándose un collar de diamantes. En cuanto la vio se enamoró perdidamente de ella y quiso convertirla en su esposa lo antes posible.

¿Crees que lo consiguió? ¡Sí, lo hizo, pero no lo tuvo nada fácil! Los astrólogos de la corte observaron el cielo y le dijeron que se olvidara de las prisas, pues según sus cálculos y predicciones, no era el momento propicio si quería que su matrimonio fuese feliz y duradero.

Al príncipe no le quedó más remedio que aceptarlo. En contra de sus deseos, se armó de paciencia y, a regañadientes, tuvo que esperar cinco largos años para casarse con su amada. Por fin, en 1612, sonaron campanas de boda y se unieron en matrimonio.

Para entonces y a pesar que tenía solamente veinte años, ya se había casado con otra mujer, así que Mumtaz Mahal  se convirtió en realidad en su segunda esposa.

Te sonará extraño, pero tiene una explicación: las leyes musulmanas permitían que un hombre pudiera contraer matrimonio con varias mujeres a la vez, y de hecho, Sha Jahan se casó dos veces más.

La historia de amor del Taj Mahal: el desenlace

Sí, Sha Jahan tuvo cuatro esposas, pero durante toda su vida sólo estuvo enamorado de una de ellas: la bella y buena  Mumtaz Mahal, quien contempló enamorada y feliz cómo en 1628, su esposo subía al trono para convertirse en el emperador.

Entre ellos todo fue a las mil maravillas durante 19 años pero un fatídico día, mientras daba a luz a su decimocuarto hijo (sí, has leído bien, tuvieron catorce), Mumtaz Mahal enfermó y murió. Dicen que sus últimas palabras fueron pedirle a su esposo cuatro deseos: que fuera un buen padre, que se casara otra vez, que construyera una tumba para ella y que cada año, en el aniversario de su muerte, fuera a visitarla.

El pobre Sha Jahan se quedó destrozado. Tan  grande era su tristeza que se encerró en su palacio y durante muchos meses vivió aislado del mundo y de la gente porque ya nada le importaba.

Tardó mucho tiempo en superar el dolor y recuperar la ilusión de vivir, pero cuando volvió a verse con fuerzas, tomó la decisión de satisfacer ese último deseo de su mujer. Mumtaz Mahal descansaría para siempre en una tumba construida especialmente para ella.

Tanto la había querido y tanto la echaba de menos, que no se conformó con algo sencillo, sino todo lo contrario: se esforzó al máximo para que fuera la más hermosa que nadie pudiera imaginar. De esa promesa y ese sueño, nació el Taj Mahal.

La construcción del Taj Mahal

El emperador tuvo muy claro desde el principio lo que quería y no escatimó ni una sola moneda en su gran proyecto. Como puedes ver, el resultado fue espectacular. Eso sí, se necesitaron más 20.000 personas trabajando día y noche y unos 22 años para terminarlo.

Aunque fue construido con ladrillo se recubrió de un magnífico mármol blanco que fue transportado por cientos de elefantes hasta su destino. Después, se decoró finamente con todo tipo de piedras preciosas traídas desde los lugares más remotos y exóticos del mundo.


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